Con motivo del taller “Viajando por lo imposible” AraInfo publica la entrevista que le hemos realizado a María Viadero, de Mugarik Gabe. Puedes leerla completa en este enlace o en el texto que reproducimos a continuación:
Mugarik Gabe es una ONG de cooperación internacional, internacionalista, feminista y de izquierdas que surgió hace 32 años en apoyo a los procesos de cambio social en Centro América. A día de hoy, su trabajo en América Latina sigue siendo uno de sus elementos identitarios a la vez que apuestan por el trabajo en sus contextos más cercanos -principalmente en Euskal Herria- con una línea de educación para la transformación social y alianzas con otras organizaciones y movimientos sociales.
En este marco se encuentra el taller “Viajando por lo invisible”, que el 19 de diciembre imparten en Zaragoza con María Viadero Acha, un encuentro organizado con el Centro de Recursos emprendes.net y el Grupo de Feminismos de la ESyS de Aragón para trabajar la perspectiva feminista en las organizaciones. Entrevistamos a María Viadero para conocer más sobre la labor de Mugarik Gabe y el viaje en el que van a embarcarnos.
“Viajando por lo invisible” va a ayudarnos a repensar las organizaciones desde una perspectiva feminista, ¿en qué va a consistir?
En Mugarik hemos apostado históricamente por la coherencia organizativa. Queremos que la defensa de derechos que tenemos en nuestros discursos tenga un reflejo claro en toda nuestra apuesta organizativa.
En el taller vamos a empezar compartiendo cómo ha sido nuestro propio proceso de cambio organizacional pro equidad. Después, contaremos por qué nos inventamos esto de Viajando por lo Invisible, nuestra voluntad de tener nuevas compañeras de viaje que nos ayuden a entender cómo poner en práctica un discurso que tenemos claro en la teoría. Por último, vamos trabajar en equipo para imaginarnos cómo sería llevarnos a nuestras propias organizaciones las ideas compartidas. Vamos a dar herramientas concretas: una sobre los liderazgos, otra sobre modelos de planificación y otra sobre gestión de conflictos.
¿A qué hacemos referencia cuando hablamos de lo invisible?
Tiene que ver con varias ideas. Por un lado, queríamos que la mente nos llevara a un imaginario abierto, en el que tener nuevas esperanzas y en el que incorporásemos lógicas más creativas. Por otro, hablamos de lo invisible porque aludimos a elementos que normalmente no se ponen encima de la mesa, de todo aquello que constituye los pilares de nuestra organización y que normalmente no abordamos porque son cosas que damos por hechas.
Tiene que ver mucho con la realidad histórica de las mujeres, con lo entendido como tradicionalmente femenino en las organizaciones: las emociones, lo relacional, lo que tiene que ver con nuestros valores… Vemos como normalmente se ponen sobre la mesa los poderes, las finanzas, los resultados, elementos que tienen más que ver con una lógica patriarcal y capitalista.
¿Qué papel tiene lo invisible en nuestras organizaciones cuando las miramos desde una perspectiva feminista?
Incorporar la mirada feminista pasa por hacer visible aquello que es invisible. Dar la vuelta a nuestra organización y darnos cuenta de que todo aquello que no estábamos viendo es imprescindible.
Nuestro Viaje por lo Invisible pretende que las organizaciones pongamos en valor aquellos elementos que tienen que ver con la mirada feminista. Si no lo hacemos vamos a encontrarnos con una incoherencia brutal, vamos a querer transformar el mundo manteniendo prácticas capitalistas y patriarcales, lo que hace que en la práctica la transformación no sea real.
¿Qué relaciones de poder se dan en las organizaciones y cuáles son sus consecuencias?
Algo que nos pasa mucho es que tenemos un discurso muy transformador pero en nuestra práctica cotidiana reproducimos una lógica patriarcal y capitalista. El tema de las relaciones de poder es el centro, el cómo se reparte el poder de forma desigual en las estructuras de las organizaciones, de una forma jerárquica que reproduce las desigualdades de género.
Históricamente hemos hecho un análisis del poder que tenía mucho que ver con la dominación, superponiéndose los hombres sobre las mujeres y lo masculino sobre lo femenino. Aquí un elemento interesante es darse cuenta de que no solamente hay una práctica de dominación de los hombres sobre las mujeres sino que existen prácticas patriarcales, tradicionalmente masculinas, que pueden ser reproducidas también por mujeres.
Las organizaciones deben tomarse un tiempo para hacer visibles estas formas de poder, detectar las que no les gustan y entender que el poder también tiene que ver con el empoderamiento. Necesitamos organizaciones que nos empoderen a todas las personas, generar modelos de toma de decisión y de trabajo que nos empoderen a todas para que podamos participar en igualdad de condiciones.
¿Qué violencias machistas se dan dentro de las organizaciones?
Todos los marcos de desigualdad sexista que se dan en nuestros entornos se dan también en nuestras organizaciones. Muchas veces las violencias que se dan son más sutiles y no por ello menos importantes, violencias como minusvaloración de compañeras o del trabajo más femenino o las propuestas feministas, la invisibilización de los cuidados, el paternalismo, etc.
Son elementos que debemos detectar, analizar y ver cómo reproducen el machismo. Analizarlos desde una mirada interseccional para ver con que otros elementos se cruzan, identificarlos, hacer un análisis feminista y dejar claro que en nuestros espacios no se van a tolerar.
¿Qué acciones pueden llevar a cabo las organizaciones para erradicarlas de sus dinámicas?
Para enfrentarlas pensamos que hay que tener una apuesta feminista clara. En los últimos tiempos hemos definido mecanismos específicos como los protocolos contra las violencias machistas, que nos ayudan a definir qué entendemos cómo tal. Establecer protocolos que definan cuáles son las distintas formas de acoso y de violencia, poner ejemplos concretos, es clave para generar espacios de formación y prevención en las organizaciones.
En el caso de que se den estas actitudes machistas, debemos establecer mecanismos para que cualquier persona que las viva sepa que tiene a la organización de su parte, y que su organización eso no lo tolera. Es una forma de pedagogía y también de respaldo político.
Además, estos mecanismos son una forma de hacer un posicionamiento público claro en contra de cualquier violencia, reconocer que es algo que nos puede pasar a cualquiera de nosotras y en cualquier entorno.
¿Deberían las organizaciones involucrarse también en transformar las situaciones de desigualdad que se dan en su entorno?
Es totalmente imprescindible. Empezamos pensando que para tener una apuesta feminista teníamos que hacer propuestas externas, luego nos dimos cuenta de que teníamos que cambiar nuestras propias organizaciones para que el discurso público fuera más coherente. Pero en algunos momentos empezamos a mirarnos tanto por dentro que descuidamos lo que estaba pasando afuera. Hoy comprendemos que el dentro y el fuera no se pueden separar, forman parte de un mismo todo. La responsabilidad es hacer un cambio en paralelo que analice cuáles son nuestras prácticas cotidianas y al mismo tiempo que vaya revisando lo que está pasando en nuestros ámbitos más públicos. Tenemos que ver si todo lo que estamos haciendo vive ese cambio de paradigma, que no solo incorpora nuevos discursos sino que cambia lo que hacemos.
¿Qué ejemplos de buenas prácticas feministas existen? y ¿cuáles son los principales retos para continuar avanzando desde una mirada feminista?
Empezamos a encontrar bastantes ejemplos de buenas prácticas en los ámbitos sociales. Con Viajando por lo Invisible hemos visto entidades que revisan sus modelos de liderazgo, fomentan la participación, gestionan emociones dentro de los espacios de decisión, promueven el trabajo en equipo no patriarcal, planifican poniendo la vida dentro de la agenda… realmente sí que hay buenas prácticas.
Pero el reto principal es ponernos a ello, con apuesta y convicción, tomando conciencia de que esto es un proceso a largo plazo, no es algo que se implemente en un plan de aquí a tres años, esto es algo que no se acaba. No es ahora hemos terminado con el feminismo y nos ponemos con el medio ambiente, en el momento en el que nos ponemos con ello no vamos a poder soltarlo. Es importante tomar conciencia de que hace falta tiempo, recursos y voluntad política, pero para nosotras es una apuesta ilusionante, totalmente transformadora y que como dice Amaia Pérez Orozco “no solo merece la pena sino que merece la alegría”.
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